El primer encuentro de nutricionistas en Chile, realizado en mayo de 1986, marcó un antes y un después en la historia de la profesión en el país. Con el contexto político y social de la época, este evento se convirtió en un espacio de reflexión y proyección para el gremio. A través de las voces de quienes participaron, se reveló la importancia de este evento en el desarrollo de la profesión y los desafíos enfrentados por los dietistas.
El año 1986 fue un periodo crucial en Chile, tanto a nivel social como político. En medio de un ambiente de dictadura, el primer congreso de dietistas reunió a profesionales de la salud con el objetivo de discutir y fortalecer la nutrición en el país.
Teresa Boj, en ese entonces presidenta del Colegio de Nutricionistas y una de las principales organizadoras del congreso, recordó cómo se desarrolló el evento: “Los maridos llegaron, los hijos llegaron. Mi marido pasaba las diapositivas en la sala. Todo el mundo vino a ayudar. No teníamos plata, entonces lo tuvimos que hacer solos. El financiamiento que conseguimos fue con el objetivo de servir café, armar las carpetas, imprimir y comprar los papeles”.
La participación activa de los nutricionistas en la discusión de políticas públicas y su papel en la salud de la población fueron temas centrales. “El hecho de poder compartir, llevar o exponer estas problemáticas fue muy relevante, al igual que las personas pudieran presentar sus propias investigaciones”, afirmó Erik Díaz, ex presidente del Colegio.
Otro aspecto fundamental del congreso fue la creación de una red de colaboración entre nutricionistas. Silvia Sepúlveda, también ex presidenta y que participó en la organización del evento, dijo que “el congreso no solo fue un hito en términos de formación, sino que también nos permitió conocernos, compartir experiencias y construir una comunidad profesional sólida. Esto fue vital para el desarrollo del Colegio y para enfrentar los desafíos que teníamos por delante”.
Pero su realización no estuvo exenta de desafíos. Las restricciones impuestas por el régimen militar dificultaron la organización y la convocatoria. Sin embargo, los organizadores lograron reunir a un número significativo de profesionales: “Más de 400 colegas asistieron. Fue medio peligroso, porque se nos ocurrió hacerlo entre el 2 y el 6 de mayo. Y el 1 de mayo, Día del Trabajador, nosotros estábamos acarreando las cosas desde el colegio al Hotel Carrera y en la Alameda estaban atentando con bombas lacrimógenas”, recordó Boj.
La realización del primer congreso marcó el inicio de un ciclo de encuentros que, con el tiempo, se consolidaron como un referente en la formación continua de los nutricionistas. En los años posteriores, el congreso se ha replicado anualmente, permitiendo a los profesionales actualizar sus conocimientos y establecer conexiones valiosas en el campo. “Fue uno de nuestros principales logros, y no necesariamente gremial. Sino que es una tremenda satisfacción haber desarrollado esta actividad que se mantiene hasta el día de hoy”, afirmó Díaz.
El impacto del primer congreso fue evidente no solo en la consolidación de la profesión, sino también en la mejora de la atención nutricional en el país. Hoy en día, el Colegio de Nutricionistas continúa su labor en la promoción de la educación y el fortalecimiento del rol de los nutricionistas en el sistema de salud, enfrentando desafíos contemporáneos con el mismo espíritu de colaboración que caracterizó ese primer encuentro.