Fue un peregrino incansable que en su andar aglutinó la fuerza de burdeos, en los preciosos tiempos en que nuestra profesión creció con intensidad y se apreció claramente en el escenario Nacional como una ráfaga de frescor en Salud.
Ha sido nuestro “Dalí” de la Tecnología Médica en Oftalmología, dedicando su vida al Servicio y la innovación.
De su iniciativa, junto a un selecto equipo de colegas, nace la “Primera Sociedad de Tecnología Médica en Oftalmología”, seguida de señeros cursos y talleres de perfeccionamiento, pensando siempre en sus pares… ¡en todos nosotros! Y en la descendencia académica, esa que hoy se enorgullece de haberle conocido y haber disfrutado al maestro de innumerables generaciones. Ese ser iluminado que tempranamente ha partido, dejando un gran legado profesional , humano y académico. Ese ser jovial y amistoso, ese amigo dulce y divertido, el niño eterno entre bromas, sonrisas y miradas cómplices…¡Cómo te extrañamos querido Dalí!!
Abrió las puertas de par en par ante un nuevo escenario académico en la Universidad Andrés Bello, prestigiando la institución con su talento y profesionalismo.
Siempre al alero del colegio, fue el precursor y colaborador incansable, para plasmar sus huellas en nuestro código de ética, cuya presentación fue un momento sublime del cual fui parte.
Y qué decir de la “ley de lentes”. Cuánto desgaste y maltrato, desde diversos sectores de la salud, incluidos nuestros propios colegas. Sin embargo, se mantuvo incólume y firme de acuerdo a sus genuinos principios de patriota de la salud oftalmológica.
Fue un Tecnólogo Médico de lujo. Discutimos, planificamos, sorteamos todo lo que se nos vino, y por fin de la mano del colegio y su presidenta Corina Farfán iniciamos el camino.
Gratitud especial al Dr. Jaime Mañalich, Ministro de Salud de ese entonces, por su gran comprensión y atenciones a nuestra gran propuesta, inspirada en nuestro inolvidable colega.
Cuánta alegría y festejo, el día que el presidente Sebastián Piñera E. por fin firmó el decreto de ley. Nos abrazamos con la ilusión de haber cumplido con este gran sueño para todos los tecnólogos del país.
La gran tarea concluía, dejando una gran proyección de cambios futuros , nuestra identidad profesional cobró vitalidad y se plasmó por fin en la Ley 20.470.
Dalibor hoy descorre los velos del cielo para inspirarnos con su sabiduría y el gran legado que nos dejó.
Dios bendiga su recuerdo.
Mónica Troncoso
Profesor asociado en Universidad